Hasta tus palabras tristes me encandilan.
No por la tristeza,
sino porque si vienen de ti,
me alumbran, me guían,
portan tu luz en su grisura.
Las empapadas de alegría
si son tuyas,
también son el contento mío.
Son campanas doblando por el pasado.
La corneta que llama a olvido.
El arrasante viento que solo deja en pie
la veleta que señala mi anhelado camino:
tu bien.