A veces, en estos instantes, me siento una «canción» que desafina. Por no haber usado algún verbo en todos sus tiempos (quería= quiero, y probablemente querré). Por escribir sin borrador, ni ningún parapeto, las palabras que siento su significado (pequeña= querida) pero no la interpretación que le pudieras dar.
Cómo no querer cargar tu mochila, y liberarte de esfuerzo?
Otras, una canción que atina, si el olvido (pensé que, quizá, eso querrías) se planta ante mí para que te vea como póster de marquesina, y sonriendo lo rechazo. Nunca fuiste para mí
«belleza» hueca, ni vacía, sino una del tipo que conmueve aún en la lejanía, que atraviesa dudas y se fija.
Incluso sin palabras, y haciendo un corredor de mi oído izquierdo al derecho para las del resto, te regalé/o mi biempensarte, a pesar de alguna bruma. Biempensé -aunque doliera- tu comprensible desencanto, si confundiste mi no saber qué hacer con desidia mental o emocional. Te biempensé al tener fe en que entenderías que aunque alguna palabra quizá sonara a reproche, espero que no, o a despedida, solo tuve/tengo «Bienvenidas» para ti. Te biempensé al no desesperanzarme en tu bien. Y de todos mis sueños, nunca te dije el mas querido, verse curvar tu espalda y peinar tus canas.
Y aun veo con ojos de «niño», porque todavía me asombra lo bello de la vida, su desperezarse en primavera, y si me miro te reconozco.
Un abrazo