20-7-2016

 

Tomó forma, primero, en cada átomo de mi pensamiento que reunió mi imaginación, cada vez que hablábamos, y que, más tarde, mi sentimiento mantuvo con ahínco natural  –también con algunos errores, presentía-  dentro de lo que, a cualquier otra persona, le habría parecido una locura.

Entré con sed, con esa sed tremenda le pregunté a la conserje de la entrada donde podría conseguir agua. Allí no vendían, me respondió.

Un sencillo diario de a bordo, de cómo llegué a ella, eso podría ser una manera. Ese hilo conductor, más allá de la voluntad de probar nada. Eso pensé mientras me acomodaba en la última butaca de la última fila. No alcanzaba a ver bien la expresión de su cara -las gafas en casa-, y aún con las enormes ganas de sonreírle, estaba en su trabajo con gente seria, y como no sé sonreírle a medias, ni siquiera a tres cuartas, una cara palo tomó mi faz, y bajo mi túnica de seriedad, nervios danzando.

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